Nadie supo

Nadie supo por qué entró a la escuela primaria a los cinco años cuando comúnmente se entraba a los seis. Algunos suponen que como luchaba bien a los caballitos, el hermano lo habia anotado en la escuela para que, además del barrio, fueran ganadores en la escuela.

Nadie supo por qué cuando terminó la primaria optó por el Bachiller en la secundaria cuando la mayoría de sus vecinos elegían el Comercial (porque tenía más salida laboral) Algunos suponen que era porque en esa época, le permitía seguir estudiando determinadas carreras.

Nadie supo por qué eligió estudiar Medicina. Algunos supusieron porque el hermano mayor estudiaba Medicina pero otros opinan que, si bien era el más chico, había elegido la carrera antes que su hermano.

Nadie supo por qué se anotó como voluntario en la guerra de las Malvinas (como respuesta recibió un espere en su casa que le llegará una carta... que nunca llegó). Algunos suponen que estaba deprimido y otros piensan que se había creído que le podíamos ganar.

Nadie supo qué hizo en las horas que siguieron desde que rindió su última materia hasta que regresó a su casa y que incluyó en su recorrido, entre otras cosas, ir al Cementerio. Algunos piensan que solo estuvo reflexionando sobre el resto de su vida.

Nadie supo por qué si le gusta Traumatología, en los primeros años de su carrera aprendió Terapia Intensiva. Tal vez porque le gustaba estar preparado para todo.

Nadie supo por qué siempre le gustó estar despierto de noche y no de día.

Nadie supo que hacía esa noche despierto en la puerta de la Clinica en que trabajaba. Algunos piensan que no estaba haciendo nada y simplemente miraba pasar a los pocos transeuntes.

Nadie supo por qué ese hombre se hechó a la boca semejante pedazo de panqueque con dulce de leche en la mesa de aquel restauran en la esquina de enfrente de aquella Clinica.

Nadie supo por qué los compañeros de mesa, sin dudarlo, lo llevaron en andas hasta la puerta de aquella Clinica cuando lo vieron violeta y sin poder respirar y se encontraron con alguien de ambo celeste parado en la puerta.

Nadie supo de donde sacó la enfermera una pinza balloneta cuando aquel médico mirando con el laringoscopio dijo: se atragantó con un panqueque, dame algo que si no se muere.

Nadie supo, cuando se fue de alta aquel paciente, qué hacia un traumatologo en la puerta de aquella Clinica y luego sacandole un pedazo de panqueque de la glotis de aquel paciente goloso.

Nadie supo que, a veces, un instante en la vida; justifica todo el resto.

Morón 7-3-12