Una vez me pidieron

 

Una vez me pidieron que dijera algo inteligente y solo acerté a decir una adivinanza. Posteriormente cortaron la escena que estaban grabando con una videocámara y pasaron a otra persona que disertó sobre las bondades de una peluquería. La grabación vista de esta manera quedó como que realmente había dicho algo inteligente por la sorpresa que causó y porque lo dije con gesto serio y convencido. Posteriormente, cuando se enteraron de la respuesta de la adivinanza, era tan simple que ya había perdido el encanto de haber sonado como algo inteligente. Recordé que años atrás le había hecho un regalo a Graciela (nada fuera de lo común: un CD que habíamos tenido mucho antes y que lo habíamos perdido) le puse una dedicatoria que creí que era algunas frases inteligentes y días más tardes escuché que le comentaba a las amigas que la dedicatoria era muy linda, muy interesante, pero que no la había entendido.

          A veces no es importante decir algo inteligente sino que parezca, por otro lado cuando uno se queda callado puede pasar por inteligente en cambio si uno habla la gente tiene la certeza que dice boludeces. 

          Hubo una segunda vez que me pidieron que escribiera algo inteligente pensando en alguien. Tarea mucho más ardua y riesgosa porque no solo que pueden descubrir que no tenés inteligencia sino que queda registrado por escrito... pero bien vale la pena intentarlo.

          Hablar de la inteligencia humana es sencillo porque es un tema limitado ya que la inteligencia humana tiene limites. Lo complicado es hablar de la estupidez humana ya que esta no tiene limites.

          ¿Cuál es la mayor de las estupideces humanas? Indudablemente, el hecho de proponerse inteligente. Y no estoy hablando de los que juegan a ser inteligentes porque esos solo les hacen creer a los demás que lo son; sino a los que ellos mismos se lo creen. Van por la vida creyéndose inteligentes (que traducido al argentino básico significa creyéndose los vivos) y es cuando más se les nota precisamente la falta de inteligencia.

          A esta altura del discurso es imprescindible cambiar de tema porque se puede intuir la poca inteligencia que tiene uno al hablar de la inteligencia no sin antes recordar a las mellizas Vázquez que pretendían en todo momento hacerse las inteligentes y profundas y no sabían que en un dialogo uno puede disfrutar de decir cosas profundas mezcladas con boludeces.

          Hablemos entonces del amor y la violencia.

          Es curioso como el amor y la violencia pueden ser equivalentes. Es bastante común que novios o matrimonios, se quieran durante quince años y cuando se termina el amor pasen al odio en lugar de pasar a la indiferencia que sería el estadío más lógico. Es incomprensible como dos personas que han convivido durante unos años, tiempo más tarde se cruzan en un ascensor y ni siquiera se saludan. Por otro lado en la vida diaria está más aceptada la violencia que el amor uno puede discutir en un restaurante o lugar público que a lo sumo el mozo se acercará un poco más para no perderse la conversación pero si en cambio, la comida se demora y uno se entretiene besando a la persona que ama, el mismo mozo se mostrará molesto y nos retará o nos pedirá que lo hagamos en otro lugar.

          Con  el tiempo he llegado a la conclusión que lo mejor para un matrimonio (o, en forma más amplia, en una relación de pareja) es que uno se plantee que en lugar de hacer una buena pareja, lo que hay que lograr es tener un buen amigo. ¿ Cómo se entiende esto?. Acaso no se escucha continuamente que a un matrimonio hay que alimentarlo diariamente para que dure. ¿Alguna vez escuchamos decir lo mismo de una amistad?. Uno puede estar diez años sin verse con un amigo pero cuando se reencuentra puede continuar el dialogo donde lo dejó. Y con el tiempo, creo que la amistad es una de las pocas relaciones que perduran. Si a esto le damos un sentido más amplio podemos decir que lo único que debería mantener unida a una familia son los lazos de afecto.

          Hago un alto para transcribir unas frases que lamentablemente no me pertenecen.

 

          El árbol de los amigos

 

          Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad  de haberse cruzado en nuestro camino.

Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, más otras apenas vemos entre un paso y otro. A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.

          Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos. El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá, que nos muestran lo que es la vida. Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros.

          Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.

          Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace felices.

          Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.

          Mas también hay de aquellos amigos de por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca.

          Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra.

          El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones. Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.

          Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. Hoy y siempre... simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada.

          Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.

 

          Este texto es de Borges y en algún momento de su vida pudo haber pasado por las mismas circunstancias de mi presente por lo que me tomo la libertad de utilizarlas. Lo cual, según Borges, no es plagio porque él sostenía que si tuviéramos el tiempo suficiente y escribiéramos continuamente, agotaríamos todas las posibilidades de la escritura y finalmente todos o cualquiera de nosotros puede escribir cosas interesantes, por ejemplo: el Quijote. Como Pierre Menard.

          Volviendo al tema de la amistad es una de las clasificaciones más difíciles de encuadrar. A veces no es reciproco: la persona A dice ser amigo de B pero B solo considera conocido a A. También puede ser que A se considera amigo de B y B quiera a A pero con un amor no correspondido. Que lío de explicar. Una vez una criatura (porque los niños siempre tienen la respuesta más lógica) me dijo hay que ser simple: hay que querer a todos por igual. Y pensándolo bien creo que tiene razón no se puede ir por la vida clasificando los amores. A este lo quiero como un esposo, a esta la quiero como una madre, a esta la quiero como a una hija, a esta la quiero como una amiga y a esta la quiero como una novia. Seamos simples: o se quiere o no se quiere. Nada de andar complicándonos la vida tratando de definir. Es como cuando uno quiere fotografiar a un avión cuando pasa. No se va a poner a pensar que foco usar, que velocidad darle o cuantas asas usar en la película. Cualquiera moderadamente lúcido ya se habrá dado cuenta que cuando uno termina de analizar todo esto, el avión ya pasó. Con la vida pasa lo mismo: cuando uno termina de poner las cosas en claro y de clasificar los amores, los amores ya han pasado o lo que es peor, la vida ya ha pasado.

          Pasemos ahora al tema de la rutina que a veces algunos la confunden con amor. Es bastante complaciente la forma en que nos movemos con comodidad dentro de una rutina diaria o de por vida. Porque nos sentimos tranquilos cuando aprendemos las dos o tres reglas básicas para la convivencia y a su vez  las respetamos como si fuera un ritual. Tenia una compañera de residencia con  la cual a la noche, en la guardia, tendíamos la mesa y comíamos mientras mirábamos televisión o una película. Tuve una compañera de trabajo con la cual en las noches de la guardia comíamos junto con el resto de la gente y luego de sobremesa tomábamos algo mientras mirábamos televisión o una película. Tengo una compañera de vida con la que he tenido un hijo que a cada momento me sorprende con sus respuestas. Y con ella por las noches tendemos la mesa y comemos juntos y de sobremesa tomamos champagne mientras miramos televisión o una película. ¿Dónde está la diferencia?

          Tal vez el tema de todos los interrogantes sea que se piense que solo debe quererse a una sola persona en la vida y que no se pueda querer simultáneamente a varias aunque de diferentes formas y graduaciones.

 

Gustavo Costas