Segundo informe a una academia

 

 

 

 

Hola. Mi nombre es mona. No es por linda ni porque me llame Mónica. Simplemente soy una mona.

Mi recorrido entre mi hábitat y este lugar es similar al de mi colega acá presente así que evitaré a Uds. pasar por toda la misma perorata. La diferencia es que como me trataba de una hembra de mi especie, no se molestaron en enseñarme habilidades masculinas y por lo tanto no tuve que aprender a beber ni a rascarme la panza ni a escupir lo más lejos posible. Solamente tuve que aprender a estar a un lado y a no opinar.

Al principio creí que estaba en la mala porque al no aprender todas las habilidades que aprendía mi colega no conseguiría la libertad, pero nunca pude sublevarme como lo hizo él para tratar de conseguir la libertad pareciéndose a los humanos porque mi debilidad de carácter no lo permitía. Entonces traté de ser lo más sumisa posible.

Durante las largas jornadas de adiestramiento en que le enseñaban las habilidades propias de un humano en detrimento de perder todas las habilidades simiescas, a mi solo me enseñaban a ser complaciente con mi colega el mono macho.

En la actualidad estoy apenas amaestrada. En cambio a él lo noto que es todo un ser humano. Pero hay un detalle que se me escapa o no logro entender. A veces no me dirige la palabra o no intenta comunicarse conmigo y lo veo aislado en un rincón con gesto reconcentrado. Como si tuviera en deuda con cumplir obligaciones que nadie le impone pero que surgen del momento mismo que dejó de ser un mono para pasar al lado de los humanos. A mi no me va tan mal, cumplo a la perfección las tareas para las que he sido adiestrada. Mi felicidad proviene precisamente de cumplir con esas obligaciones que si bien son simples, las desarrollo con esmero y tratando de llegar a la perfección. A veces me siento triste porque pienso que podría hacer más cosas si me hubieran dado la oportunidad como a mi colega simio pero otras veces al verlo con rostro taciturno no lo envidio sino más bien trato de comprenderlo. Tuvo la difícil misión de ser el que se tuvo que superar, el que tuvo que ser diferente para parecerse a los demás. Esto último nunca lo entendí bien. Varias veces se lo he preguntado a él pero no consigue explicármelo para que yo lo entienda. Usa palabras difíciles que a veces hasta me da la sensación que él mismo no entiende porque tuvo que ser el mono diferente para ser igual a los humanos. Finalmente termina diciéndome que cuanto menos entienda más feliz voy a ser. A veces creo que es parte de su soberbia y que me subestima pero otras veces lo veo tan sobre protector que es indudable que me considera. Además la mayoría de las mañanas me despierto feliz porque se que soy libre. Bueno dentro de los parámetros que me ha impuesto la sociedad para que me mueva. Después por la tarde advierto que él, que parece ser más libre que yo, también está condenado a moverse dentro de los parámetros que le fija la sociedad. Y finalmente por la noche me doy cuenta que a su vez el ser humano que lo adiestró también es libre pero moviéndose dentro de los parámetros que le fijó la sociedad. En fin somos todos iguales aunque tratemos de diferenciarnos. Además a la noche me siento tranquila porque cumplí con todo lo que tenía que hacer en la jornada y me puedo ir a mi lecho y reposar… sin embargo a él lo veo que no duerme pese a parecer cansado y cuando le pregunto que le pasa, me habla un largo rato de las obligaciones.

Solo les quiero preguntar estimados miembros de la academia si uno puede avanzar yendo hacia atrás y cambiar esta libertad por la libertad de cuando corríamos libres por los pastos sin obligaciones.

La última parte no se me escuchó bien porque la gente ya había comenzado a aplaudir muy sonoramente.

Buenos Aires 19-6-07