SI NO LO ENTENDES ES PORQUE TE ESTAN GARCANDO

 

 

 

 

 

Al entrar al departamento va derecho al teléfono que está sonando y lo atiende

 

 

 

 

 

-Hola… todo bien, todo bien. Ahí andamos, recién llego del laburo.

 

 

-¿Cómo ahí andamos?

 

 

-No, todo bien, que se yo tan cansados los dos, ya sabés, bah digo, no nos podemos quejar.

 

 

-Pero te quejás

 

 

-No que se yo,  me cansa, me aburre.

 

 

-¿no estas escribiendo, leyendo?

 

 

-Si, estoy leyendo Dostoievsky. Es bárbaro

 

 

-¿Entonces?

 

 

-Bueno, terminamos tan cansados.

 

 

-Creo que no terminan.

 

 

-Si algo de eso también, no entiendo.

 

 

-¿Conocés la frase: cuando no entiendo, alguien te está cagando. Jauretche.

 

 

-No entiendo. ¿Alguien me esta cagando? ¿Vos crees?

 

 

-Bueno creo que mucho es cansancio. Eso me confunde

 

 

-Pero bueno.

 

 

Cuelga.

 

 

Sale detrás del teléfono con un plumero en el culo. Entonces realiza la llamada que iba a hacer.

 

 

 

 

 

-Hola Adri… Las chicas bien… ¿A que hora las paso a buscar? No… todo bien… algo cansada.-se escucha la puerta del departamento que se abre nuevamente-Cuelgo que llega mi amor.

 

 

 

 

 

-¿Todo bien?-dijo él mientras cerraba la puerta de calle.

 

 

-Todo bien. Respondió ella mientras con un trapo terminaba de repasar la mesita en que se hallaba el teléfono.

 

 

En realidad no era una pregunta sino más bien una manera de saludo. Como también la expresión que hiciste en el día no era un interrogatorio de los pormenores del trabajo sino una manera de comunicarse y de entretenerse hasta tanto surgiera un tema de los importantes como por ejemplo: el lunes vence la factura, trajiste más plata, me arreglaste la camisa o el martes no me esperés a cenar.

 

 

-¿Cómo te fue en el trabajo?

 

 

-Lo de siempre… pacientes y más pacientes. Y por acá ¿cómo andan las cosas?

 

 

-Lo de siempre… fui a hacer los mandados, preparé temprano la comida para solo tener que calentarla a la noche. Me fije que la Moni tuviera todos los útiles para mañana en la escuela.

 

 

-¿Que hay de comer? Quiero acostarme temprano. Voy a revisar los mail.

 

 

-Hay varias cosas: tengo milanesas en el friser tengo papas ya cortadas que puedo hacerlas fritas. Tengo también churrascos que los puedo hacer con ensalada.

 

 

-Hacé las milanesas con papas fritas.

 

 

-¿pero en el Hospital no te dan todos los días milanesas?

 

 

-Si pero nadie las prepara tan ricas  como vos. Además hacerse un sándwich con la milanesa recién sacada del sartén no la cambio por nada.

 

 

Hubo un silencio. Ambos se miraron luego mientras miraba el aceite del sartén mientras se calentaba, murmuró:

 

 

-Sabés que hoy casi te doy una sorpresa. Iba a romper la rutina pasándote a buscar a la salida de la clínica. Anduve cerca de parque Centenario.

 

 

Entonces él, que se estaba por dirigir a donde estaba la computadora, volvió sobre sus pasos y se quedó haciéndole compañía mientras cocinaba.

 

 

-Qué bueno-contestó mientras una gota de sudor se deslizaba por el costado de su sien izquierda.

 

 

-Fui hasta parque Centenario porque hay, sobre Ángel Gallardo, una panadería que hace muy buenas confituras y después iba a comprar algún libro en los quiosquitos. Entonces dije le voy a dar una sorpresa pero no me acordaba en cual de las dos clínicas estás. Te iba a llamar por teléfono pero entonces no sería sorpresa. Y en ese momento vi a alguien parecido a vos (otra gota de sudor rodó por su sien) al principio comencé a seguirte porque pensé que eras vos. Después me di cuenta que al que seguía, vos le doblás en edad. Que era como vos pero en la época en que te conocí en Bahía Blanca. Lo seguí unos instantes pero cuando fue para el lado de la calle Río de Janeiro lo perdí de vista.

 

 

-Mirá que sos ocurrente. Querer darme una sorpresa. Y si la sorprendida eras vos.

 

 

Dejó de mirar a las milanesas y lo miró a los ojos.

 

 

-Digo… ¿y si no trabajo más en esa clínica porque me echaron?

 

 

-Andá y ¿por qué no me vas a contar si te echan? Además hay clínicas que precisamente sirven como antecedente cuando uno deja de trabajar en ellas. ¿No ibas a revisar los mail? Yo termino con la fritanga y me preparo una ensalada para mí.

 

 

-Hablando en serio… mucho no me gusta que me pases a buscar a la clínica. Es un lugar solitario. No tengo horario fijo de salida y no me gusta que estés esperando en la recepción. Después la gente habla. En todo caso te llamo por teléfono y nos encontramos en parque Centenario en ese banco que está protegido por una pérgola.

 

 

-No entiendo…

 

 

-Dale. Terminá las milanesas que ahora vengo a ayudarte a poner la mesa.

 

 

Se quedó friendo y al mismo tiempo pensaba: no entiendo, parece que mucho no le gustó la idea que le diera una sorpresa a la salida de la clínica.

 

 

Buenos Aires 27-1-07